jueves, 28 de marzo de 2024

Los traidores del Partido Comunista

Últimamente, aunque ¿cuándo no?, se suceden los estudios con respecto a la Guerra Civil Española desde prismas concretos que ayuden a arrojar luz sobre un asunto susceptible de recibir una atención bibliográfica infinita. Más si cabe cuando los acontecimientos sucedidos entre 1936 y 1939 aún despiertan pasiones, diferencias ideológicas y hasta enfrentamientos entre historiadores. A veces, ciertos asuntos específicos en torno a esta materia coinciden en las librerías, como si surgiera un camino inexplorado que es necesario abordar; y eso puede haber ocurrido en los últimos años con respecto no sólo a la misma guerra, sino a los años subsiguientes, con respecto a la represión en el círculo comunista.

Sólo hace unas semanas teníamos un trabajo Miguel Platón, “La represión en la posguerra” (editorial Actas), resultado de su acceso a documentos del Cuerpo Jurídico Militar, inéditos hasta 2010, que le sirvieron para examinar los expedientes de condenados a muerte que, a partir de 1939, llegaron a manos de Franco para que decidiera la conmutación de la pena capital o se decantara por la ejecución. Tales expedientes, un total de 22.337, estaban acompañados de tres libros-registro en que se veían anotados “los nombres y principales circunstancias de los condenados. En total sumaban 24.949 nombres hasta el 30 de junio de 1960, a los que era preciso añadir 54 condenados más hasta noviembre de 1975. En total, por tanto, los auditores militares habían remitido a Franco 25.003 condenas a muerte”, escribía el autor.

Se trataba, a sus ojos, de “resolver la más importante cuestión pendiente de la Guerra Civil española: la extensión de la represión efectuada en la posguerra”. Al parecer, se hizo la conmutación de la pena capital en 12.851 casos, un poco más del cincuenta por ciento, y los tribunales militares condenaron a muerte a 30.000 personas, de las que fueron ejecutadas unas 15.000. Fueron indultados la gran mayoría de los mandos del Ejército Popular de la República, los Comisarios Políticos, los miembros de los Comités revolucionarios, los espías o los guerrilleros, añadía Platón. Además, su libro contaba con un prólogo del hispanista Stanley G. Payne, que abordaba lo que calificaba de «gran mito» basado en otros cálculos de colegas que agrandaban mucho más la cifra de represaliados.

Y es que ocasiones para leer en torno a este contexto no faltan. En 2021, Alianza ofreció un libro de Lisa A. Kirschenbaum, que a partir de documentos oficiales del Comintern, estudiaba la relación entre la Guerra Civil Española y el movimiento comunista internacional. Y también aparecía “Un siglo de comunismo en España I. Historia de una lucha” (Akal), en que varios estudiosos se hacían eco del nacimiento del Partido Comunista de España en 1921, fruto de la fusión del Partido Comunista Español y del Partido Comunista Obrero Español. Su enfoque era colocar el comunismo español desde la represión y la clandestinidad, viendo que sobrevivió a duras penas, con distintas etapas de persecuciones, refundaciones y resistencias, hasta marcar su destino como «partido del antifranquismo». «Cometimos errores, pero los cometimos luchando», dijo el poeta Marcos Ana. Y para profundizar en algunos de ellos, nada mejor ahora que conocer “Falsos camaradas. Un episodio de la Guerra Antipartisana en España, 1947”, de Fernando Hernández Sánchez.

Desmantelar la clandestinidad

El diccionario de la Academia Española define “partisano” como sinónimo directo de guerrillero, y también de, entre otros, rebelde, faccioso, combatiente, incluso francotirador. En el libro, este profesor de la Universidad Autónoma de Madrid y doctor en Historia Contemporánea por la UNED, proporciona una serie de cifras en un periodo de tiempo muy delimitado, el año 1947, momento en que diversos dirigentes comunistas decidieron ponerse al servicio de la policía, lo que condujo a desmantelar la estructura clandestina del partido. Eso llevaría a detener a más de dos mil activistas, a condenar a muerte a cuarenta y seis y a encarcelar largamente a muchos. De ahí el título del libro, pues estamos ante una historia llena de infiltrados, traidores y confidentes; una información que Hernández Sánchez pudo rastrear y ordenar a través del propio archivo histórico del PCE.

«A bastantes de los que en primera instancia salvaron la vida les aguardó un horizonte penal que en algunos casos llegó a sumar dos décadas. La organización fue deshecha y solo quedaron grupos aislados, desmoralizados y dirigidos por inexpertos. A los falsos camaradas se debe que, a finales de la década de 1940, la militancia comunista estuviese reducida a las cárceles, replegada en el exilio, aislada en los montes o enterrada en los cementerios», apunta al autor. Éste no tarda en presentar a uno de los personajes más destacados del libro, el policía Roberto Conesa, que recibía recompensas especiales para llevar a cabo las acciones represivas del régimen; a su sueldo anual de 7.200 pesetas se le añadió, entre 1944 y 1950, otras 5.350 en concepto de premios.

La consigna estaba clara: desbaratar los intentos de que los opositores se rearmaran y hacer que sus integrantes fueran detenidos, juzgados sin garantías y condenados a cárcel o a fusilamiento. Conesa llevó a cabo un largo trabajo de investigación para –incluso con el riesgo de infiltrarse en sus propias filas– descubrir y desarticular organizaciones clandestinas que, como se decía en un documento oficial franquista, «desde el momento en que fue liberada nuestra Patria, han tratado desde el interior y el exterior, de perturbar el Orden Público en su intento de derribar nuestro Régimen». Entre tales organizaciones, claro está, estaba a la cabeza el Partido Comunista, «implacable enemigo».

Traición y tortura

Un punto de inflexión en todo ello sucedió en septiembre de 1946, cuando se detuvo a dos militantes de base que «propició que uno de ellos flaqueara durante el habitual “hábil interrogatorio”, entregando a Jesús Pinilla, un activista venido del norte de África», explica Hernández Sánchez. Pinilla delató, a su vez, a un camarada llamado Silverio Ruiz, al que torturaron durante nueve días «para que revelase la clave del listado de citas que le había sido incautado, pero se mantuvo firme». Entonces, el responsable de organización, Sánchez Biedma («Torres») telefoneó a su casa, sin sospechar que la línea estaba intervenida por la policía. «Fue detenido y sometido a tortura en la DGS, revelando la dirección de una estafeta en la calle de Cartagena, 44, donde sorprendieron a Manuel Rodríguez Antonio (“Gerardo el Chato”). Era el encargado del aparato de multicopistas e imprentas y lo hallaron en posesión de un archivo con más de cincuenta biografías».

Ese fue el principio del fin, pues Gerardo delató a todos los camaradas que conocía, y poco a poco todos aquellos partisanos, jóvenes e inexpertos en su gran mayoría, fueron confesando lo que sabían. No podía ser de otra manera habida cuenta de que «El Chato se había convertido en un entusiasta colaborador de la policía acompañando a los agentes para señalar a un camarada tras otro. Era el continuador – y no el último, precisamente– de una saga de soplones que compartieron el apodo del “Chato”, como si el alias imprimiese carácter». Eso ocurría muy señaladamente en Madrid, por donde iba en taxi «a la caza de militantes», pero también en Barcelona, donde aconteció la llamada «caída de los ochenta», una operación que destruyó la estructura organizativa del Partido Socialista Unificado de Cataluña (PSUC), de sus juventudes y de su aparato guerrillero.

El libro nos presenta a otros traidores, a otros «Chatos», por medio de las cuales los comunistas fueron cayendo cual piezas de dominó. Y todo ello en un contexto de tensiones internas en el Partido Comunista, que hacía que algunos miembros se resistieran a aceptar las órdenes que se les daba. Ya a comienzos de 1947 el aparato de propaganda, en especial “Mundo Obrero“, era «una de nuestras grandes debilidades», dijo uno de los miembros, pues incluso les fallaba lo más básico: el tipógrafo, el maquinista, el redactor, los canales de distribución… Asimismo, el autor nos conduce al interior de las cárceles, con «sus espantosas condiciones» en que la tortura era moneda corriente, con testimonios tan desgarradores como este Pedro Valverde, uno de los de la «caída de los ochenta», de su paso por Vía Layetana: «Últimamente fueron ingresados en este establecimiento unos sesenta detenidos de la CNT. Según ellos, fueron torturados en Jefatura y dos fallecieron, uno de ellos por haberle arrancado los testículos». La escena prosigue, brutalmente. Eran los tiempos sádicos y oscuros de nuestro pasado, repletos de pequeñas historias dramáticas, algunas de ellas vinculadas con la traición del compañero de fatigas comunistas: el falso camarada.

Publicado en La Razón, 28-I-2024

miércoles, 27 de marzo de 2024

Entrevista capotiana a Juan Cartaya

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Juan Cartaya.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría? Mi casa no estaría nada mal. De hecho, la sometí a una prueba de esfuerzo durante la pandemia y la cosa resultó.

¿Prefiere los animales a la gente? Dependería de los animales y de la gente a los que nos refiramos.

¿Es usted cruel? Si es preciso, creo que puedo serlo. Una crueldad utilitaria, quizás para evitar males mayores.

¿Tiene muchos amigos? Los de siempre. Y en Facebook, claro, incontables. Aunque no sé si a todos ellos podríamos definirlos como tales.

¿Qué cualidades busca en sus amigos? Que sean amigables. ¿O no es eso lo que ha de ser un amigo?

¿Suelen decepcionarle sus amigos? Depende de lo que esperes de ellos. Si no esperas demasiado, habitualmente nunca te decepcionarán.

¿Es usted una persona sincera? No siempre: no al menos cuando el exceso de sinceridad puede ser dañino.

¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre? Con la libertad de hacer lo que me dé la gana. Leer está bien.

¿Qué le da más miedo? Antes no, pero ahora la edad. Y dentro de un tiempo, la muerte inevitable es posible que también me asuste.

¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice? La impunidad en la vida pública.

Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho? No soy sólo escritor (de eso se vive difícilmente). Pero disfruto de mi faceta creativa, claro. Bueno, también soy profesor, así es que creo que he respondido a la pregunta.

¿Practica algún tipo de ejercicio físico? Caminar. Y no busque más, porque no hay.

¿Sabe cocinar? Sí, y disfruto haciéndolo.

Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría? Lampedusa. Me parece fascinante. Una vida corriente y un intenso mundo interior. Y una increíble inteligencia.

¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza? Esperanza.

¿Y la más peligrosa? Enemigo.

¿Alguna vez ha querido matar a alguien? Es posible. ¿Ha querido? No sé, quizás siga queriéndolo…

¿Cuáles son sus tendencias políticas? Las que sean sensatas y aseguren la libertad real del hombre.

Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser? Un libro.

¿Cuáles son sus vicios principales? ¿Esta entrevista no iba a ser breve? Si vamos por ahí, podría alargarse demasiado.

¿Y sus virtudes? Vaya, y ahora nos vamos al otro extremo. Bueno, alguna tendré. Pero quizás no sea yo el más adecuado para responder a eso.

Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza? Que necesito urgentemente un flotador.

T. M.

martes, 26 de marzo de 2024

El Dickens denunciador de injusticias sociales

Dickens fue un enemigo de la política económica y la Constitución británicas desde joven, cuando asistía a los discursos en el Parlamento como periodista y denunciaba los abusos gubernamentales tanto en su narrativa como en su actividad periodística. De ello se hace eco esta magnífica recopilación, a cargo de Dolores Payás, la cual ha elegido una serie de artículos, de entre los más de cuatrocientos que publicó en la prensa, para ofrecernos un Dickens paseante por Londres, que tanto puede hablar en un texto sobre tabernas como de estúpidas leyes, de un asilo de indigentes –“los desamparados y ancianos miserables. Los pobres de esta tierra–, o de determinadas injusticias que sufre la población inglesa. Una voz valiente y políticamente incorrecta en plena etapa victoriana, tan marcada por la mojigatería y la censura estatal, y que los políticos no tuvieron más remedio que escuchar, dada su trascendencia en el pueblo inglés.

Publicado en La Razón, 27-I-2024

lunes, 25 de marzo de 2024

Entrevista capotiana a Francisco Lorenzo

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Francisco Lorenzo.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría? Santiago de Compostela, sin duda. Creo que he nacido en el lugar con el clima idóneo para mí. Soporto fatal el calor y el frío extremos y Santiago se adapta a mis niveles de tolerancia casi de maravilla.

¿Prefiere los animales a la gente? Teniendo en cuenta que la gente, los seres humanos, somos animales, es una pregunta difícil de responder. Aun así, diré que prefiero a un perro sociable antes que a un hombre que se cuela en la cola del supermercado. Y prefiero al hombre que se cuela en la cola del supermercado antes que a cualquier serpiente. Depende del animal y de la persona. Ya se sabe que los gallegos usamos mucho el “depende”.

¿Es usted cruel? Depende. En el trato humano, en absoluto. En cambio, en un juego de mesa competitivo, no tengo piedad con mis rivales.

¿Tiene muchos amigos? Pocos. Pero los que tengo hoy en día son para quedarse.

¿Qué cualidades busca en sus amigos? Lealtad. Que no implica lo mismo que la sinceridad. De hecho, si un amigo me miente en algo, mientras no sea algo grave, no me molesta. Y, si lo hace con mentiras piadosas, mucho menos. En cambio, con lealtad me refiero a saber que puedo contar con ellos cuando los necesito de verdad. Otra cualidad que también me hace congeniar con la gente es el sentido del humor y la naturalidad.

¿Suelen decepcionarle sus amigos? Puede que haya cosas con las que no esté de acuerdo con ellos, pero no hasta el punto de considerarlas decepciones.

¿Es usted una persona sincera? Tanto las personas sinceras como las mentirosas responderían que sí a esta pregunta. Y yo sí, soy una persona sincera.

¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre? Me gusta consumir todas las formas de conocer historias nuevas: la lectura, sobre todo, pero también el cine, las series, e incluso los videojuegos con estructura narrativa. Adoro los escape room y resolver acertijos (y crearlos), así como las aventuras en realidad virtual. También me encanta la magia; no solo verla, sino también practicarla (he hecho trucos que han dejado con la boca abierta a personas que jamás había visto con la boca abierta).

¿Qué le da más miedo? Me da miedo decirlo…

¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice? El maltrato, tanto a personas como a animales. No sé cómo hay gente capaz de hacer daño intencionado a otros seres vivos que sienten.

Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho? ¿Si no llevase una vida creativa? No lo concibo. Soy incapaz de estar un solo día sin crear algo, sea una página de una novela, un acertijo, una pregunta de examen, la respuesta a una entrevista capotiana… Lo que sea, pero adoro crear.

¿Practica algún tipo de ejercicio físico? Menos del que debería, lo reconozco (¿ves como soy sincero?). Pero estoy tratando de practicar más (sigo siendo sincero).

¿Sabe cocinar? Los bocadillos y los platos precocinados calentados al microondas se me dan de lujo.

Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría? Sherlock Holmes. Me fascina la forma en la que Conan Doyle hacía que hilase los detalles. De hecho, fue una de mis inspiraciones para crear al protagonista de El manipulador.

¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza? Esperanza, ¿no?

¿Y la más peligrosa? ¿Peligro?

¿Alguna vez ha querido matar a alguien? No, pero algunos personajes de mis novelas son especialistas en ello.

¿Cuáles son sus tendencias políticas? Las que permitan que la mayoría pueda vivir de forma digna, sin atentar nunca contra los derechos humanos.

Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser? El bolsillo mágico de Doraemon con conciencia propia.

¿Cuáles son sus vicios principales? Tengo más libros y cómics en mis estanterías de los que he podido leer, más escape room de mesa y juegos de investigación de los que he podido estrenar y más juegos de magia de los que he podido practicar. Y, aun así, si de todo esto encuentro algo nuevo a lo que le veo buena pinta, lo compro por si se agota.

¿Y sus virtudes? Dicen que soy una persona interesante y misteriosa. Yo me miro al espejo y pienso “¿quién soy para llevarles la contraria?”.

Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza? Por orden: un despertador naranja, una miniatura de un oso de plástico amarillo, una chaqueta con los bolsillos llenos de chicles y caramelos, gotas de agua saltando en una cocina de leña mientras se hacían unas filloas, toda la vida que recuerdo después de la amnesia infantil (que daría para llenar un libro de imágenes) y el flotador que no conseguí alcanzar.

T. M.

domingo, 24 de marzo de 2024

Naomi Klein o la falsa teoría de la conspiración capitalista

Un buen día, se reunió un puñado de ensayos que abordaron el concepto que devino palabra del año para el “Diccionario Oxford” en 2016: "posverdad". Una imagen de la película de 1953 “Vacaciones en Roma” hacía de cubierta y metáfora de aquel trabajo que recopiló Jordi Ibáñez Fanés para la editorial Calambur: «En la era de la posverdad». Era la escena en la que el personaje que encarna Gregory Peck enseña al que interpreta Audrey Hepburn la “Boca de la verdad”, una gigantesca máscara de mármol dedicada al dios del mar que muerde la mano de aquel que miente. El actor ríe al bromear con la actriz, simulando que tras poner allí la mano la gran piedra se la ha tragado.

En eso consiste la posverdad: en simulación, en tragarse falsedades a partir de ciertas afirmaciones ajenas. Darío Villanueva, en su día director de la Real Academia Española, en alusión a cómo se había acogido este neologismo en nuestra lengua, se refirió a él como toda información que no se fundamenta en hechos objetivos, sino que apela a lo emocional o a lo que desea recibir el público. La palabra ya había sido registrada desde hacía por lo menos una década, como dice Ibáñez Fanés en la introducción del citado libro, pero “alcanzó un pico espectacular durante los meses que precedieron al referéndum sobre la permanencia en la Unión Europea de Gran Bretaña”; todo lo cual se afianzó con la campaña de las presidenciales en los Estados Unidos y la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca.

Era, pues, un libro de crítica del comportamiento político, donde aparecía un cóctel “en el que se mezclan posverdad, ilusionismo, sentimientos, engaño y manipulación a gogó”, en alusión al “Procés” catalán; el concepto ya forma parte del vocabulario político diario: un recurso para simplificar todo en una división entre buenos y malos. Joan Subirats, por ejemplo, puso el acento en cómo esta estrategia comunicativa consiste en no averiguar si los políticos tienen razón o no, sino que “lo importante es que los que los escuchan crean que es cierto”. Es decir, el ciudadano, el votante, de algún modo elige creer aquello que desea creer. Entonces surgen las divisiones ideológicas, el ansia por imponer la propia opinión, hasta que eso llamado verdad se difumina en función de cómo uno cree lo que le dicen o se autoengaña.

Personas siniestras e IA

Una de esas personas que intenta verificar lo que ocurre en el mundo sin aceptar la información tal como algunos quieres mostrarla al amparo de sus propios intereses es Naomi Klein (Montreal, 1970), ya saben, esta periodista cuya voz estalló con “No Logo: El poder de las marcas” (Paidós), todo un superventas mundial. Lo curioso es que el azar hizo que “su” verdad quedara contrastada con una suerte de némesis de mismo nombre: Naomi Wolf. Con esta anécdota empieza “Doppelganger. Un viaje al mundo del espejo” (traducción de Ana Pedrero e Ignacio Villaro): con el hecho de que, para su desconcierto, mucha gente las confundía, mencionándola a ella cuando en realidad estaban hablando de esta otra Naomi, feminista radical, autora de "El mito de la belleza" (1990) y habitual en tertulias de ultraderecha, como el podcast de Steve Bannon "The War Room", donde se hablaba de teorías conspirativas en torno a las vacunas Covid y demás asuntos catastrofistas.

En este sentido, se trata del libro más desenfadado de Klein, que incluso afirma en el prólogo que buscó divertirse al escribirlo, o al menos, según vemos, le sirvió de autoanálisis, pues de forma constante lanza referencias a sus propias obras. Azahara Palomeque, de la Universidad de Princeton, ya advirtió el abuso de esa autorrefencialidad al publicarse el libro en Estados Unidos, en un artículo del octubre pasado para la revista digital “Climática”, especializada en informar sobre el calentamiento global. Asimismo, consideraba que “Doppelgänger” carece de teorías novedosas, que abusaba de lo anecdótico y que el motivo del doble constituía un eje argumental algo pobre.

Y sin embargo, pese a que se trata de una autora que el lector podría considerar partidista, pues ella misma se declara de izquierdas y es simpatizante del Partido Demócrata –estuvo presente en una manifestación en el momento más álgido de Occupy Wall Street–, Klein acaba siendo una observadora notable de la realidad que pretende hacer reflexionar frente a la mentira continua, la posverdad, mundo izquierdista incluido. Por supuesto, su principal diana es el capitalismo, como en sus anteriores ensayos, y las desigualdades que este genera. Hay que mirarse al espejo, podría decirse, para reconocer este mundo pleno de desinformación, de conspiraciones: “Estamos rodeados de personas siniestras, de políticas diseñadas del revés e, incluso, ahora que la inteligencia artificial se acelera, de una dificultad cada vez mayor de distinguir lo que es real de lo que no”, escribe al inicio”.

Obsesión por los negacionistas

Justamente, en una entrevista concedida el pasado septiembre al sitio web “Democracy Now!”, Klein esbozó algunas de sus preocupaciones y cómo estas acabaron en “Doppelgänger”, voz alemana por cierto que remite, ciertamente a “doble” y a “caminante”. Para la autora, nuestra cultura está repleta de todo tipo de duplicaciones: la realidad se multiplica, las voces se confunden. Ella misma, en las redes sociales, es Wolf, alguien que opina cosas opuestas en torno a asuntos del todo indeseables; ahora bien, ¿necesitamos que nos los recuerden cuando los tenemos a diario delante de las narices?; ¿no hay cierta parte de la intelectualidad anglosajona que vive de publicar obviedades, aunque se basen en un análisis brillante, cuando no sofista, de los hechos?

En todo caso, siempre resultan efectistas las nuevas acuñaciones para nombrar lo circundante. La propia Klein inventó el término “capitalismo del desastre”, no muy original por otra parte, y ahora intenta algo parecido con este concepto de “mundo espejo” y que se basaría en que mientras los otros nos ven, nosotros hemos elegido no verlos, dice crípticamente. Esto, llevado al terreno político, a sus ojos sería muy peligroso pues genera información tergiversada; por ejemplo –como siempre ella tiene en mente–, en el caso de Bannon y su apoyo a Donald Trump o su negacionismo en torno a asuntos vinculados con las farmacéuticas y las vacunas. A mismo tiempo, Klein se muestra crítica con aquellos que han cambiado sus posturas progresistas para ir al campo derechista, como la misma Wolf, que en la década de 1990 asesoró a Al Gore en su carrera presidencial.

La obsesión por su doble es persistente hasta el final del libro, en que aún se hace preguntas sobre por qué Wolf se alió con Bannon y determinados “fascistas declarados”, al tiempo que declara que estuvo deseosa de entrevistarla y preguntarle sobre “los miles de personas que murieron de Covid porque temían que las vacunas las mataran”. Tal vez este libro necesite un lector solamente norteamericano, o uno que busque reflexiones que a veces buscan más la eufonía que un examen claro y específico: “Es hora de soltar el lastre de diversas formas distintas de conexión y afinidad con cualquiera que comparta un deseo de enfrentarse a las fuerzas de la aniquilación y el exterminio y a su mentalidad de pureza y perfección”, dice hacia el final, y aún uno se pregunta qué querrá decir con todo eso.

Publicado en La Razón, 27-I-2024

sábado, 23 de marzo de 2024

Entrevista capotiana a Cristian Schleu

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Cristian Schleu.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría? Básico que sea sin contaminación o con la menos contaminación posible. Que tenga naturaleza muy cerca, al lado de muchos árboles, ya sea un enclave de mar o de montaña. Y sin ruidos, cada vez los tolero menos.

¿Prefiere los animales a la gente? Me flipan los animales. De hecho, quería ser biólogo marino cuando empecé la universidad. Pero volviendo a la pregunta, tengo que decir que depende de la gente y del animal.

¿Es usted cruel? He tenido mis momentos de crueldad, pero no me considero una persona cruel.

¿Tiene muchos amigos? No sé qué es “muchos” en cuestión de amigos. Pero no me puedo quejar. Si echo la vista atrás y hacia adelante, veo que hay amigos de cariño y amigos de proyecto. Los de cariño son los de hace muchos años, los que siguen ahí pese a verlos de vez en cuando. Y aunque el día a día no da para más, sabes que hay un vínculo muy fuerte. Los de proyecto son aquellos que han llegado a tu vida ya de mayor, con los que compartes un presente. Ambos tipos los tengo a una llamada, y eso es una suerte.

¿Qué cualidades busca en sus amigos? No busco nada en concreto, creo en la conexión del primer chispazo y después en la forja inconsciente de los días posteriores. Pero si me paro a analizar, lo que encuentro casi siempre es lo mismo: que no me frenen en mis objetivos (sueños) y me inspiren, que sean positivos y curiosos, y sobre todo que me pueda reír mucho y muy fuerte con ellos.

¿Suelen decepcionarle sus amigos? Muy pocas veces, la verdad. Y cuando han solido han dejado de serlo. Aunque hay que ser flexible, en valores básicos por los que consideras que una persona es tu amigo/a, estamos a unas alturas de la película que pocos experimentos valen.  A veces sobran emojis y faltan hechos, y en este sentido las redes sociales y algunos canales no han ayudado mucho al respecto.

¿Es usted una persona sincera? Suelo serlo si me preguntan. Pero si no lo hacen.... El “sincericidio” es arriesgado y gratuito, y no suele llevar a nada bueno. Las formas matan al contenido y desacreditan la intención de “hacerle un favor a alguien”. Eso no quita que si estoy en desacuerdo con alguien no pueda expresarme dando mi opinión de manera asertiva. Sé que esto en la teoría es muy bonito y que en la práctica no es tan fácil porque cada piel es cada piel.

¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre? Tengo muchas maneras. Cocinar, viajar (aunque desde el nacimiento de mis hijas que no lo cato mucho), leer, estar con mi familia, con mis amigos, ir en barca, de excursión por la montaña...

¿Qué le da más miedo? A no reconocerme, a perder el control. Y no solo hablo de drogas químicas, sino también de la tecnología o de cualquier vicio que te haga perder el rumbo. El estado dopamínico al que estamos enganchados es muy bestia. Tenemos muchas cosas a un click y estamos a prueba cada día.

¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice? La poca conciencia que hay con respecto al cambio climático pese a los muchos hechos que nos revelan una crisis climática apabullante. Todavía hay gente que no recicla en casa, que tira colillas al mar... Y aún suceden catástrofes como el vertido de pellets en la costa gallega. El cambio empieza poco a poco en uno mismo, pero el poco ejemplo que dan algunos gobiernos como por ejemplo con el negocio de los derechos de emisión, no ayuda en nada.

Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho? Pues iba a responder lo que ya fui, o sea cocinero, pero no puedo porque una operación de espalda decantó la balanza hacia el bando de la escritura. Así que, sin ninguna de estas vidas creativas, y viendo que mi madre pintaba bastante bien y que mi padre era músico, creo que me dedicaría a una de estas dos.

¿Practica algún tipo de ejercicio físico? Ahora mismo y de manera asidua, pádel. Pero mi espalda es la que manda. De vez en cuando nado un poco, y el ping-pong me encanta. Hay mucha broma con mis amigos en torno a esta afición que tengo. Y en nada tengo previsto empezar de nuevo con la bicicleta de montaña. Tuve una caída bastante fuerte y la dejé aparcada durante un tiempo.  

¿Sabe cocinar? Sí, me encanta la cocina. Me dediqué varios años a ella en dos restaurantes que emprendí como cocinero en Barcelona (Helsinki y Le Coq & The Burg). Es algo que me viene sobre todo de mi padre. Era de buen paladar y le gustaba mucho comer y hacer sus pinitos en cocina.

Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría? ¡Uy, hay tantos! Pero creo que sobre Julia Child. No solo como mujer reportera y cocinera, sino también por su trayectoria previa y su manera de participar en la segunda guerra mundial.

¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza? Querer.

¿Y la más peligrosa? Necesidad.

¿Alguna vez ha querido matar a alguien? Querer no, nunca, pero eso no quita que alguna vez hubiese podido acabar entre rejas. Hace poco mi hija cruzó en verde el paso de peatones y un coche se saltó el semáforo. Le pasó, no diré rozando, pero sí bastante cerca. Los homicidios involuntarios existen por algo...

¿Cuáles son sus tendencias políticas? Dejé de creer en los políticos hace tiempo... Lo complicado es que en teoría hacen política. Aun así, si tengo que escoger, las políticas con las que más me siento identificado son todas aquellas que tengan en el punto de mira el cambio climático y el respeto al medio ambiente. Lo peor no es que nos lo estemos cargando (eso ya lo venían haciendo desde hace muchas generaciones), lo peor es que ahora tenemos encima síntomas y datos para ser más conscientes que nunca. Las pruebas son irrefutables, y las medidas de la mayoría de gobiernos son mínimas. Claro que este discurso es muy bonito cuando vives en un país desarrollado o con tus necesidades básicas cubiertas.

Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser? Zoólogo o biólogo, marino o no marino.

¿Cuáles son sus vicios principales? Me siento bastante identificado con el epicureísmo. No voy a ir de erudito, pues aunque conocía la palabra, no tenía ni idea a qué se refería concretamente esta filosofía. Simplificándolo mucho es la búsqueda del placer con la razón como consejera. Respondiendo a la pregunta, hace 19 años dejé de fumar, así que hoy por hoy, mi vicio principal es el comer. Ahora mismo me estoy intentando quitar del azúcar y de las harinas... Soy muy panero y me está costando un huevo.

¿Y sus virtudes? Mis amigos dicen que soy tenaz cuando algo se me mete entre ceja y ceja, que soy ingenioso y que tengo un gran sentido del humor.

Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza? Riendo con mis hijas, eso seguro.

T. M.

viernes, 22 de marzo de 2024

Un artículo sobre el spanglish y "El Quijote"


El pasado lunes aparecía este artículo mío, "
El spanglish, con El Quijote al fondo", en Diálogo Atlántico, un foro de análisis y discusión sobre temas de la actualidad estadounidense impulsado por el Instituto Franklin-UAH. Gracias a esta institución, dirigida por José Antonio Gurpegui, tuve la formidable experiencia de visitar Alcalá de Henares y dar una conferencia, el día siguiente, sobre Walt Whitman.

jueves, 21 de marzo de 2024

Entrevista capotiana a Abilio Estévez

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Abilio Estévez.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría? Una casita confortable, en una colina, desde la que se viera un bosque de coníferas.

¿Prefiere los animales a la gente? Prefiero a las personas, sin duda alguna. Los animales no me gustan. Hace sesenta años que no piso un zoo.

¿Es usted cruel? Sí, mucho, pero sólo en la imaginación.

¿Tiene muchos amigos? No, no muchos. Los suficientes. Ni más ni menos.

¿Qué cualidades busca en sus amigos? La complicidad, la honestidad y una bondad inteligente, es decir con sentido del humor.

¿Suelen decepcionarle sus amigos? La verdad es que no. Descubro que los que me decepcionan no eran en verdad amigos.

¿Es usted una persona sincera? Depende de si hablamos en la literatura o en la vida. En la primera trato de serlo a toda costa. En la segunda me parece que puede ser brutal y a veces innecesaria.

¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre? En el dolce far niente. Tengo un lado Oblómov muy fuerte, heredado de mi familia paterna. Se dice que Rossini escribía en la cama y, si se caían al suelo las hojas escritas, las reescribía con tal de no recogerlas. Yo habría hecho lo mismo.

¿Qué le da más miedo? La policía secreta.

¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice? La idiotez, la necedad del mundo que se está construyendo.

Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho? Me hubiera gustado dedicarme a cultivar hortalizas (un rato por las mañanas).

¿Practica algún tipo de ejercicio físico? No, por Dios. En lo absoluto.  En contra de las recomendaciones de mi médico.

¿Sabe cocinar? Sí, muy bien (como Rossini). Cocinar es como escribir: un imaginativo acto de generosidad.

Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría? A Virgilio Piñera. Fue muy importante en la literatura cubana. Y en lo individual, cambió mi vida.

¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza? Luz.

¿Y la más peligrosa? Creo que son dos palabras y una conjunción: Patria o muerte.

¿Alguna vez ha querido matar a alguien? No, la verdad es que nunca llego a esos extremos. Desear la muerte de alguien, sí.

¿Cuáles son sus tendencias políticas? Viví cuarenta y seis años en Cuba, con lo cual se explica que me incline hacia el centro derecha.

Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?  Otra “cosa” no sé. Sí hubiera preferido ser un jugador de la NBA.

¿Cuáles son sus vicios principales? La comida y, sobre todo, el pan. Las ensaladillas rusas. Y las butacas donde pasar las horas mirando por la ventana.

¿Y sus virtudes? Sobreponerme a la pereza y escribir, escribir y leer todo lo que puedo.

Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza?  He hecho un esfuerzo y no soy capaz de imaginar que me estoy ahogando.

T. M.

lunes, 18 de marzo de 2024

Conferencia sobre Walt Whitman en el Instituto Franklin-UAH, Alcalá de Henares

 

Mañana día 19 a las 14:00, daré la conferencia "Walt Whitman y su contexto, su obra en marcha Hojas de hierba: influencia e impacto de su poesía", en el Instituto Franklin-UAH (calle de la Trinidad, 3, Alcalá de Henares, Madrid; aula 5 del Convento de Caracciolos). Como informa el propio Instituto: la conferencia se enmarca dentro de la asignatura "Poesía Norteamericana Contemporánea" impartida por la Dra. Esperanza Cerdá Redondo, profesora titular de la Universidad de Alcalá. Se enfocará en analizar la vida y obra de Walt Whitman, haciendo especial énfasis en su obra más conocida, Hojas de hierba, con el fin de explorar el contexto histórico, cultural y literario que rodea al poeta estadounidense, examinando en profundidad su visión única y su impacto perdurable en la poesía y la sociedad estadounidense.